PAJAROS DE HILO
O
DESCIFRAR EN TU CUERPO SERENO LAS
CARAS INCONTABLES DE LA NOCHE
El ocaso y el deseo
"No soy un poeta maldito, en todo caso un maldito intento de poeta vacío de amor y lleno de nauseas. Y aunque esto parezca prematuro, asqueroso, vil, tonto, mediocre o cursi nunca aprendí a mendigar el rocío de otros labios, me bastaba con la tristeza, con esas absurdas elecciones al alcance de la mano. Durante largo tiempo el espejo se encargaba de devolverme enteramente indigna mi rotura, yo intentaba mostrar alas y recibía escopetazos, (porque el espejo devuelve lo que hay, no lo que uno quiere que devuelva) no estoy situándome en el lugar de la víctima, ¿quién no se sintió víctima alguna vez, en ese preciso momento en que nos asaltan los recuerdos donde caricias, besos y ropas interiores nos taladran la memoria corporal y el corazón?¿quien no se sintió alguna vez ese perro abandonado en la banquina amarrado con la soga del desamor?
Más de una vez sentí la impúdica necesidad de preguntarle a Cupido(y de hecho lo hice) si las flechas que lanzaba eran de verdad o de utilería. Nadie contestaba. Algo habrá que aprender de los angustiosos terremotos viscerales que nos lanza casi azarosamente el amor. Por mi parte creo que debo replanterarme varias sílabas de mi desordenada vida en este aspecto. Y aunque me queden pocos años y muchas dudas no dejare de aflojar tuercas y tornillos a esta carreta deseosa de volver a nacer. "
"No soy un poeta maldito, en todo caso un maldito intento de poeta vacío de amor y lleno de nauseas. Y aunque esto parezca prematuro, asqueroso, vil, tonto, mediocre o cursi nunca aprendí a mendigar el rocío de otros labios, me bastaba con la tristeza, con esas absurdas elecciones al alcance de la mano. Durante largo tiempo el espejo se encargaba de devolverme enteramente indigna mi rotura, yo intentaba mostrar alas y recibía escopetazos, (porque el espejo devuelve lo que hay, no lo que uno quiere que devuelva) no estoy situándome en el lugar de la víctima, ¿quién no se sintió víctima alguna vez, en ese preciso momento en que nos asaltan los recuerdos donde caricias, besos y ropas interiores nos taladran la memoria corporal y el corazón?¿quien no se sintió alguna vez ese perro abandonado en la banquina amarrado con la soga del desamor?
Más de una vez sentí la impúdica necesidad de preguntarle a Cupido(y de hecho lo hice) si las flechas que lanzaba eran de verdad o de utilería. Nadie contestaba. Algo habrá que aprender de los angustiosos terremotos viscerales que nos lanza casi azarosamente el amor. Por mi parte creo que debo replanterarme varias sílabas de mi desordenada vida en este aspecto. Y aunque me queden pocos años y muchas dudas no dejare de aflojar tuercas y tornillos a esta carreta deseosa de volver a nacer. "
CONTACTOS (por el libro):
juglaralado@hotmail.com
elpoetanegro.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario